14 octubre 2006

Relato Corto

DESAYUNO SIN PRESAGIO.
BITACORA DE LA REPORTERA SOFIA DEL RIO


Si la política se vuelve destino, y el cauce de los días traen una vida pública hecha a prueba de reporteros y primeras planas enemigas, no habrá cosa que pueda hacer volver atrás y cambiar los oscuros trajes por guayaberas blancas y discursos benignos, y eso es lo que me decía yo cuando mi buen amigo Jesús, me dio su respaldo para ocupar la diputación“ me explicaba con aire derrotado, Vázquez Delgado en la última parte de ese especial encuentro. Había obtenido al final, mucho más de lo que habría imaginado Don André, y mucho más de lo que esperaba yo. Lo suficiente para darme con esta entrevista la portada del número siguiente de la revista.

El desayuno había sido promovido por el asistente personal de Vázquez Delgado. Don André Werdenger, Director de la revista, me citó la mañana de l2 de mayo de 1990 en la redacción para pedirme que acudiera al siguiente día, al desayuno y buscara la manera de aprovecharla al máximo recogiendo posible información no revelada hasta el momento del opulento Senador de la República. Llegué cinco minutos tarde a la cita y el asistente, desde la entrada de la finca en Lomas, me dirigió por la entrada de la finca que más bien parecía el tramo de un circuito de carreras que culminaba en el garage idéntico a los fosos de abastecimiento de un autódromo. En el único espacio vacío, se encontraba parado y sonriendo, el senador, con un rostro inquietantemente demacrado, indicando mi espacio de estacionamiento. Nos conocimos por primera vez en la redacción, años atrás. Me expresó el gusto de verme de nuevo y de inmediato me preguntó sobre la salud de mi padre, fundador del diario, y con quien había guardado cierta amistad a través de los años.

En esa estancia de la mansión, con grandes sillones dispuestos en circulo, me brindó constantes sonrisas que poco a poco fueron poniéndome nerviosa, pues, estaban acompañadas de constantes cuestionamientos y preguntas sobre la revista, el diario, Don André y sobre mi labor periodística. Yo no me había convencido del reino que había construido el señor, hasta que me hallé sentado con él en esa estancia marca palacio de dimensiones extravagantes, que sin duda, mostraba un botón del tamaño de su mansión de tres niveles, y que además, ahora lo entiendo, simbolizaba el emporio político que construyó durante muchos años, a costa de programas oficiales, negocios y negociaciones arteras, permaneciendo siempre como hombre cercano de los dos últimos presidentes de la Republica, pertenecientes a la camada política llamada “ de izquierda popular” severamente criticada por su espíritu corporativista y empresarial.

- Tiene usted objeciones a la lista de inmuebles publicada que posee usted y sus hijos en el país? Le preguntaba arriesgando la pluma, con un afán de descubrir información nueva. Pero lejos de la actitud esperada, después de tomar de su vaso de jugo de naranja, el senador replicó con una sonrisa nostálgica que me pareció enigmática:
- No somos dueños de nada Sofía, nunca.

La respuesta me desconcertó, y no quiso más ahondar, a pesar de mi insistencia, respecto a su patrimonio, que según datos de su última declaración, sumaban la increíble cantidad de 492 millones de pesos. Hasta del final del encuentro sospeché, con una sorpresa indescriptible, que Vázquez Delgado se había referido a una sola cosa en todo el encuentro, porque ese era su único interés; mismo motivo por el que le había pedido a Don André, mi presencia en esta entrevista, en ésta, su casa de descanso. El senador de 54 años, con trayectoria política aparentemente limpia, cobijado siempre por altas figuras del Partido Revolucionario Institucional, ex secretario de Programación y presupuesto, dos veces diputado federal, y una local, gobernador de Veracruz, Secretario de gobernación, embajador de México en E.U, y secretario de relaciones exteriores, me había escogido a mi y a la revista para dar a conocer la última información de propia voz, ante un medio, respecto de su vida pública.

Días después del encuentro, por la tarde del 16 de mayo, el Presidente de la República, altos funcionarios del gobierno Federal, así como políticos del Partido Revolucionario Institucional, acudían al velatorio militar, para hacer ante el extinto senador Vázquez Delgado, víctima de cancer, y dar el pésame a su esposa y tres hijos, principales herederos del emporio que construyó su padre.

Nunca quise mencionarle a Don André, que lo que sentí cuando salí de casa del senador fue un presagio, porque de cierta forma, aún con la sensación, no creo, sinceramente, que la muerte pueda ser un presagio.
Cuitlahuac Lina